LOS TRUMP
LOS TRUMP
Hay cosas difíciles de creer a estas alturas de la película. Pero suceden. Fijaos en Donald Trump. Candidato a la presidencia de Estados Unidos. Uno pensaría que tiene la talla política (de la moral ya hablaremos) para encajar un fracaso electoral. Pues no.
Ahora que tiene los sondeos en contra, recurre a la chiquillada de asegurar que si no gana él es porque habrá pucherazo electoral. Ahí lo tienen. Quizás el próximo presidente de Estados Unidos.
Me he estado preguntando cómo se vive una campaña así en la retaguardia. No en la sala de prensa, sino en la sala de estar. Que todo el país sepa que tu marido es un misógino, un racista y un caradura capaz de ir a México a anunciar la construcción de un muro fronterizo que pagarán los propios mexicanos.
Y ahí quien me deja pasmada es la esposa de Trump. Melania. Capaz de besar a su marido de refilón tras un debate en el que dialécticamente le han apaleado. Y capaz de salir en su defensa asegurando que, si Trump dijo “si eres famoso, puedes agarrar a las mujeres del coño”, es porque el periodista le empujó a hacerlo.
Podría escribir sobre lo duro que debe ser Melania y vivir a la sombra de semejante ejemplar, siempre recogiendo los platos rotos con la mejor cara. Pero me niego. Deberíamos dejar de contemplar a los Trump con la condescendencia de quien contempla a un adolescente a quien se le permite cometer errores. Como un accidente. Como una rareza pasajera. Porque quizás estamos ante el próximo presidente de Estados Unidos. Y su primera dama.