EL MIEDO
EL MIEDO
Los periodistas mexicanos engrandecen nuestro oficio. No sólo por jugarse cada día la vida para defender el derecho a la información, sino por advertir de que seguirán haciéndolo aunque les maten.
La prensa mexicana ha vivido este martes una protesta inédita. Como repulsa al asesinato de Javier Valdez y a otros cinco colegas en lo que llevamos de año, páginas web y publicaciones de actualidad han teñido de negro sus portadas y han llevado a cabo un paro de 24 horas. Los periodistas han dejado de informar y han salido a la calle para exigir que se investiguen los asesinatos de sus compañeros: que se sepa quiénes los mataron y que sean castigados.
El por qué de sus muertes está claro: los compañeros mexicanos reportan los crímenes del narco, denuncian la impunidad que les rodea y la actuación de un Estado que ha estado demasiado tiempo mirando hacia otro lado. La prensa mexicana es incómoda. Trabajando con ellos descubrí su tozuda necesidad de hablar sobre lo que les pasa, aunque eso suponga jugarse la vida.
Visto desde esta España en crisis, donde se empieza a reconocer en público que un periodista se autocensura para no perder su puesto de trabajo, hay que reconocer que los periodistas mexicanos dignifican este oficio. No sólo por salir cada día a jugarse la vida y por acostumbrarse a trabajar con una pistola apuntándoles a la sien. Sino por salir a la calle después de que les hayan matado a un compañero y decir que mañana volverán al trabajo. Acompañados de su libreta, su micrófono, su cámara y todo su miedo.
Decía Javier Valdez que el peor crimen es el silencio. Apreciado Javier, hay otro peor: permanecer sordo ante quien denuncia a gritos.