QUERIDO OMRAN
QUERIDO OMRAN
Querido Omran, a estas alturas aún debes de estar aturdido. Dudarás qué parte de la pesadilla fue real. O quizás no te lo preguntes porque no conoces la realidad más allá de la pesadilla.
Cinco años de vida. Y todos ellos en guerra.
Tienes que saber que te has convertido en un símbolo. Es algo muy importante que debería cambiarte la vida, pero sospecho que no te servirá para nada. Servirá para que a este lado del mundo nos llevemos las manos a la cabeza cinco minutos y a tu lado del mundo no pase nada más.
Debes de estar preguntándote si necesitamos que, uno por uno, los centenares de miles de niños sirios pasen por un informativo en “prime time” para que reaccionemos. O si, cuando vemos tu ciudad convertida en esqueletos de cemento, no podemos pensar que los habitaban familias con niños como tú. O si, cuando nos mira un niño refugiado desde el otro lado de la pantalla, no pensamos lo grave que es que nos aniquilen la infancia.
¿Qué pensaste en aquella ambulancia después de que te rescatasen en volandas? Déjame adivinar. Retiraste la sangre de tu frente, la limpiaste disimuladamente en el asiento naranja y ojeaste la ambulancia por dentro. Te vi dirigirte hacia la cámara y apartar la mirada. Creo que no entendías qué pintaba allí una cámara grabando. Dentro de unos años, pensarás que hay que tener cara. Para seguir mirando. Y lo peor. Para seguir mirando y no hacer nada.