VIVIR CON EL JEFE
VIVIR CON EL JEFE
La comunicación en las empresas familiares es la gran ausente. Hacer de la empresa una continuación del salón de estar puede provocar que los socios decidan romper y ser tan sólo familia (que no es poco).
El principal problema de comunicación al que se enfrentan las empresas familiares es que la comunicación no se ve como una tarea necesaria. Es más, ni tan siquiera la califican como «tarea». Imaginad el titular: una empresa dirigida por X recurre a profesionales para comunicarse con quien heredará la compañía, su propio hijo o hija. Planteado así, cualquiera se llevaría las manos a la cabeza: ¿cómo no va a poder comunicarse con su propio hijo? Es más, si tiene problemas para comunicarse con su familia, ¿cómo se entiende con la plantilla? Sí, las exageraciones son divertidas y dejan en ridículo muchos argumentos.
¿Mal rollo en la comida de los domingos?
La empresa familiar es, en el ámbito de la comunicación, la extensión del salón de estar de la familia. Y eso ya es perjudicial. ¿Quién quiere que su trabajo sea una continuación de su vida privada? Tal vez está bien cuando el viento sopla a favor del negocio, pero cuando vienen mal dadas es catastrófico. Ahí está el principal problema: no se separa la vida familiar de la actividad laboral.
La comunicación en las empresas familiares tampoco está organizada. Es tentador dar a conocer las buenas noticias corporativas en cenas familiares, pero no es justo para el resto de los directivos ni es sano para los implicados. Pongámonos en el caso contrario: las malas noticias se comunican en la comida familiar de los domingos. Entre el segundo plato y el postre y con los niños aún sentados a la mesa. Para atragantarse.
Hoy lo dejo aquí. Y sí, es más fácil comunicarse con extraños. Porque, cuando regresan a su casa, no regresan a la tuya.